No suelo pensar en las mujeres musulmanas

La religión ha sido, a través de la historia, una de las fuentes principales de control para las mujeres y de dominación sobre sus vidas. Por medio de la fe de las personas, personas crueles y controladoras han impuesto su visión de la vida en las y los creyentes.  

Mary Arroyo | Perspectiva M

Ciudad de México (Perspectiva M). – No, no suelo pensar en las mujeres musulmanas más que en ocasiones especiales en las que mi panorama cultural tiene contacto con el suyo: como en el mundial de fútbol en Qatar, cuando me topo con telenovelas turcas o como ahora, que estoy leyendo por placer “Las mil y una noches”.

No obstante, cuando pienso en ellas no puedo evitar meditar en la profunda represión que sufren muchas a través de su religión: el islam, el cual, en sus diferentes interpretaciones, ha incluido mandatos tan nefastos como el negarles la educación a las mujeres, el darle derecho a los hombres de golpear a sus esposas y el obligarles a llevar velo, so pena, en algunos lugares, de golpearlas, multarlas o encarcelarlas.

Una lee o investiga sobre esas prácticas y creencias y piensa que es inhumano y que en occidente nos encontramos mucho mejor. Incluso, en las redes se leen comentarios (generalmente de hombres) que dicen: “¿Ya ven?, en esos países sí sufren las mujeres y es necesario el feminismo”, “Esas protestas de las mujeres que queman sus velos sí son dignas de escucharse, no como las exageradas de aquí”, “Ellas sí me representan” y otros por el estilo.

Sin duda, las mujeres de los países árabes y algunos países asiáticos, donde se practica el islam, tienen mucho por lo cual luchar y reflexionar, y, de hecho, lo hacen, pues hay una gran cantidad de teóricas feministas y musulmanas que escriben al respecto de sus vivencias y pensamientos y cómo consideran que se puede vivir una religiosidad sin opresión.

No obstante, las mujeres religiosas de esta parte del mundo también tenemos mucho sobre lo cual luchar y, de hecho, sobre lo cual reflexionar, como el derecho al aborto, las cargas de culpa con las que crecemos, fobias religiosas, Etc., y, sin embargo, pensar en algo como un “feminismo católico” o un “feminismo cristiano” es aún una especie de tabú y de sinsentido para muchos habitantes de nuestro país.

Hay algunos intentos, como el movimiento Católicas por el derecho a decidir, que se define a sí mismo en su página de internet como: “Un movimiento de personas feministas católicas, comprometidas con la defensa de los derechos humanos, particularmente los vinculados a la sexualidad y reproducción humana, y a una vida libre de violencias de género y discriminación”.  Sobra decir que este movimiento ha sido blanco de duras críticas por una gran cantidad de personas. Algunos lo consideran una ridiculez porque no creen que el ser feminista sea compatible con alguna religión y otras personas lo ven como un insulto a la religión y una herejía.

Es importante destacar que, según Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz: “El término feminismo islámico es incorrecto. El feminismo es un término universal.” Según ella, las teóricas feministas e islámicas reinterpretan el islam incorporando y respetando todos los derechos humanos.

Es decir, no podría existir un “feminismo católico” o un “feminismo cristiano” o de cualquier otra denominación religiosa, pero podrían existir mujeres con alguna creencia religiosa que, además, vieran la necesidad de dar una nueva interpretación a sus creencias, tomando en cuenta los ideales de derechos humanos, equidad y respeto que todo ser humano requiere sin importar nada más.

Como una mujer criada como testigo de Jehová, que, además, ha comprendido a lo largo de su vida la necesidad de deconstruir el conocimiento que ha adquirido sobre el mundo y las personas, una y otra vez, no suelo pensar en las mujeres musulmanas, pero si lo hago, muchas veces es para admirar a las que, de entre ellas, tienen el coraje y la determinación de analizar sus estructuras religiosas y el coraje de re interpretarlas para dotarlas de mayor humanidad y justicia, demostrando que la religiosidad (una característica muy íntima de cada quien) no está peleada con el análisis y el desafío a los sistemas ya establecidos.

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